100 AÑOS DE HISTORIA, LA REVOLUCIÓN EN SU MEMORIA

Por Lupita Rubio

Cuando hablamos del pasado, recordamos el juego de la matatena, los trompos, el yoyo, las canicas, las muñecas y algunos los videojuegos de la tiendita de la esquina, donde matabas el tiempo por unas horas y te divertías con tus amigos. Cuando te dicen historia, sufres, porque es recordar el tiempo que nunca conociste, al cura Hidalgo, Francisco Villa, Zapata, y héroes que ni siquiera recuerdas que hicieron por México; y que la Revolución surgió el 20 de noviembre de 1910 y no recuerdes en ocasiones la fecha, que fue un hecho histórico en México y que sólo fueron personas con valor que se enfrentaron para ser libres y que no existieran abusos, o simplemente, no te gusta la historia. ¿Para qué saber lo que ya pasó?, pero, ¿Qué harías si te hubiera tocado estar ahí? ¿Si tus padres hubieran luchado para lograr esa libertad? ¿Si tuvieras que esconderte para poder sobrevivir?, caminar con miedo, perder a tus seres queridos, sufrir de niño, con hambre, correr de las balas y jugar a huir de las armas.

Gómez Farías, ubicado en la región sur del estado de Jalisco, lugar de calma, gente de experiencia y sabiduría, con recuerdos recónditos en su memoria.

Se mira aproximándose, entre pasos chiquitos y una mirada de cristal, cabello níveo, sonriente y cubierta en su reboso gris, ella es una niña de la Revolución, su nombre, Brígida Evangelista de Valeriano de 87 años de edad. Ella no jugó a las muñecas, ni mucho menos a la pelota, su inocencia fue su fortaleza, su ignorancia su valentía, su educación, aprender a sobrevivir. Con palabras resbaladizas y recuerdos que se venían a su memoria, nos remontó al pasado, a los años de la Revolución Cristera, pues el miedo de sus padres y el peligro expuesto, fue motivo para ocultárselo … “Por ahí andaban… por ahí andaban y mataban a la gente… ”Escuchaba entre murmullos.

Una niña mira caricaturas, ella sabe que mataron a don Pedro trabajando, sólo por recibir nuevas tierras que les quitaron a los ricos.

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Luciano Martínez (1926), con su baja estatura, un sweter verde, botas y un sombrero característico, ojos entre cerrados y de color miel, piel morena y cabello que muestran experiencia, sabiduría y conocimiento, otro niño que vivió cerca de la Revolución, 85 años de edad que se notan por fuera pero por dentro el tiempo no pasa. Con fuerza y firmeza en sus memorias de niño, donde la clase alta restringía sus terrenos y no caminaban por su pueblo como ahora, agradeciendo a los que murieron por darle esta libertad tan bonita.

Sin titubeo alguno, recuerda a los hacendados de Gómez Farías quienes eran: Antonino Fermín (Q.E.D), Pedro Fermín (Q.E.D) y Joaquín Fermín (Q.E.D).

Aun a sus 18 años su juventud no cambia el estilo de vida, su diversión sólo fueron enfrentamientos con carabinas de palo; después de 67 años, su fortaleza, el entusiasmo y su energía lo hacen cantar, un maravilloso gusto por la música y por la vida.

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Recorre las calles de Gómez Farías, contágiate de esa paz, respira y siente el sol tocando tus mejillas, mira aquel hombre sentado en su silla, solo con sus pensamientos y sus escasos recuerdos, con su sombrero manchado de hollín, su bastón que lo ayuda a poder dar pequeños pasos, un pantalón de vestir color azul, camisa a cuadros, la cual esconde su rosario desgastado por el paso de los años, y su chamarra color crema, está a un paso de su puerta, adornada con un moño negro, su piel morena y su cabello color grisáceo, con una mirada solitaria pero sonriente porque tiene compañía, es Agustín Rodríguez, un niño que vivió una parte de la Revolución al sur de Jalisco, pasan los años y es difícil de recordar por su memoria desgastada, desconoce su edad .

Hace más de 90 años, un niño vive matanzas, corretizas, juega a los escondites, una mirada hacia la cofradía se volvía una pesadilla, sus palabras se detenían para no contar, se tambaleaban, su recuerdos ya olvidados comienzan a tomar vida de nuevo, pues esto no se olvida.

¿Qué pasaba en la cofradía?
-A matarlos y otros a llevar gente, se escondían porque les daba miedo.

Un chiquillo simplemente, con el miedo, la emoción más intensa y desagradable que atacaba a su cuerpecito, oculto debajo de la cama, escuchando la balacera, obligándolos a entregar lo poco valioso que se tenía, fue en esa situación como el hermano de su madre perdió la vida, defendiendo lo bueno, defendiendo la vida y la justicia.

Con lágrimas en sus ojos, recuerdos cubiertos de sangre, valentía y un corazón pequeño y con gran fortaleza fue a recoger a su tío en los altos de la Cofradía, un lugar lleno de luto, los campos en silencio y un camino lleno de dolor.

“Los cristeros venían de afuera, yo estaba chico cuando los vi por el camino los cabrones, con una lumbrada mataban un animal y allí asando carne y yo pase y ya me hablaron ¡ven muchacho!, (aquí me van a cuerear) y no, me dieron carne, nomas me dijeron, ¡mucho cuidado con ese pico!”
-Yo sólo acarreaba leña, estaba chamaco.

“Se llevaban a las muchachas, esas no las mataban, pues casi no había gobierno, hacían lo que querían (…) se llevaron un padrecito, ¡qué culpa tenía hacer su santa misita! Lo mataron…ESOS NO VAN A TENER PERDÓN DE DIOS”.
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“No importa que pasado hayas tenido, si estás aquí: estás vivo, si sobreviviste a tus caídas: eres fuerte, si tienes hilos de plata, eres sabio, si cosechaste cosas buenas, la vida te recompensará, no la enlutes, mantén un corazón joven y tus memorias vivas”.

Brígida Evangelista, Luciano Martínez y Agustín Rodríguez un ejemplo para aquellos que creen que la vida no tiene otra página a tu favor.