Chile y el coraje del México callado
Chile. El rescate de los 33 mineros atrapados 700 metros bajo tierra en la mina San José en el desierto chileno, sorprendió la semana pasada al mundo entero, una vez más la nación de Allende, Neruda y Jara, dejo en claro un concepto que hoy parece sumamente olvidado por quienes nos dejamos envolver por una cultura individualista de un mundo anglosajón, que por cierto ya esta caduca y viene en picada.
Más allá de la resistencia de los trabajadores del cobre y oro que permanecieron atrapados durante tres meses, de la vanguardia en tecnológica de ese país desarrollado, de saber ponerse de acuerdo empresarios, gobierno y sociedad civil, además de todo eso Chile demostró lo que sabe hacer en momentos necesarios, nos dio una probadita de lo que el “humanismo” puede crear. A México le dio una cachetada con guante blanco y reabrió la cicatriz de Coahuila.
El coraje. El 16 de febrero de 2006, en una mina cercana a donde inició una de las primeras etapas de la revolución mexicana, a unos cuantos kilómetros de Cananea. En Pasta de Conchos una explosión dentro de esta mina, ocasionó que 65 mineros todos mexicanos, permanecieran atrapados a 120 metros bajo tierra. Durante la primera semana de este accidente, se decía de todo en los medios de comunicación; la empresa Grupo México, y la Secretaria de Trabajo y Prevención Social, titulada en ese entonces por Javier Salazar mediaban la situación, mientras los mineros permanecían bajo tierra. De inmediato se organizaron los familiares para exigir su rescate. Pero gobierno y empresa cerraron filas con la versión que era imposible llegar hasta ellos. Paso el tiempo, cargado de impunidad y los dejaron morir, hasta hoy a más de cuatro años de ese multihomicidio, los cuerpos no han sido rescatados.
Claro que era imposible, hoy lo sabemos, por las condiciones laborales -aunque tampoco en el país andino es de lo mejor-, en México ahora con 65 cruces de por medio se exhiben las condiciones “inhumanas” en las que laboraban, donde ni por pensado se tenía previsto un conducto para que se ingresara alimentos constantemente a los mineros. Conducto que salvó la vida a los atrapados en San José.
“En México lo que prevaleció en la determinación de no realizar un rescate fue el interés económico y la falta de sensibilidad, compasión y respeto por la vida”, considera el sacerdote jesuita Carlos Rodríguez, quien junto con familiares de los mineros de Pasta de Conchos oficia misa mensual en memoria de los 65 hombres sepultados por la impunidad. En efecto la falta de humanismo que atraviesa hoy en día nuestro país, es la cachetada con guante blanco que nos han dado Chile y sus 33 héroes, es tal vez lo espectacular con lo que los televidentes mexicanos siguieron de cerca el rescate.
México. Hugo Gutiérrez Vega, al inaugurar una casa de la cultura que lleva su nombre en la delegación Gustavo A. Madero en la capital del país, desglosa esa gran deshumanización, que atravesamos actualmente en, “Un momento especialmente difícil de la vida de un país que padece una guerra no declarada, que ha cobrado ya 30 mil muertos, que contempla con pavor la descomposición y la caída de la credibilidad del gobierno federal, la embestida de los dinosaurios eclesiásticos contra el estado laico, la crisis de la educación pública agravada por las torpezas de un secretario inepto y aliado al funesto caciquismo sindical, esto no solo es preocupante, sino angustioso, pues hay en esta carencia un pesada carga de deshumanización, de deterioro de la clase civilizada, de escapatoria a través de la aventura indocumentada, de las drogas, el narcotráfico y el crimen organizado”.
Callado. En efecto, México atraviesa sus peores momentos, con principios éticos indefinidos con lo que hace a un más oscuro y estrecho el panorama. Donde nadie va ningún lado, ni políticos, ni empresarios, ni gobiernos, ni crimen organizado. Estamos en esa generación nini. Casos como el de Chile nos deben de llevar a la reflexión a despertar ese país que permanece callado, aunque en lo personal como diría el poema del Quince, de Pablo Neruda: “Me gusta cuando cayas, porque estas como ausente y me oyes desde lejos y mi voz no te toca, parece que los ojos se te hubieran volado…”, falta ese humanismo, antes de empezar a reconstruir el país desde abajo.