LA ESENCIA DE LA MUERTE, LA MAGIA DE MI TRADICIÓN MEXICANA
No te tortures, el mundo de los vivos es lugar de bestias, lugar de barbaros hechos de piedra, y tú, no merecías esto. No quiero gritarte, ni mucho menos proclamarte, pero te prometo que será tu última visita en este mundo de repudio y cólera; quiero tu mirada, la que hubiese podido tener en tu último suspiro.
Tengo tu imagen, siempre en alto, como te mereces. Con tu fotografía quiero que se den cuenta que te estoy esperando, y aunque mi corazón no quiere que estés en ese lugar de pena y dolor, yo no soy nadie para juzgarte, ni mucho menos conozco las reglas del paraíso, quiero obtener tu salida del purgatorio si así fuese, por si acaso te encontraras ahí.
Envuélvete en la luz, quiero orientarte y que vuelvas a casa, no debes quedarte, sigue el camino, lo adorne con flores sólo para ti, y escondí en ellas el olor de este mundo putrefacto, tengo el aguamil, el jabón y la toalla, debes lavarte, rocía tus labios resecos después de tu largo viaje, procura hacerlo cuando te marches, no te lleves el odio y la porquería; en el centro tengo el copal ¡no te espantes! es sólo humo para limpiar el lugar de malos espíritus, me toca cuidarte; si te encuentras con la enorme cruz de ceniza es porque te quiero, y deseo limpiar tus culpas pendientes, quédate tranquilo, después nos tocará a nosotros; y si el soplo te llama para mirar el realce de papel cortado morado, es porque te extraño y te respeto, tu ausencia mantendrá mi corazón de luto.
Quisiera guiarte, llevarte y convivir unos minutos tan siquiera contigo, no importa la hora, no importa nada, ni siquiera un solo aire frio en respuesta, unir el cielo y el infierno por unos instantes; quiero consentirte, sentir tu sonrisa en el viento y no atender lamentos; he traído hasta aquí el pan, el licor, los platillos, la bendición de la tierra: la fruta, y todo lo que te gustaba en vida ¡Tus juegos preferidos! y si escuchaste a través de los muros del edén, también traje tu música, todo para amenizar el momento de tu llegada.
Ante mi impotencia de no saber si vendrás, si aceptaste venir a la tierra de animales, bañé el lugar de aserrín, quiero visualizar tus huellas y que a través de ellas te guíes en tu regreso; mientras…seguiré esperando.
Pude escuchar el sonido del silencio, el murmullo de su existencia, su amor con un rozo en mi piel ¡No era el frio! Era él.
“Un recuerdo, una lágrima, un suspiro, una luz, esa es la esencia de la muerte, la magia de mi tradición mexicana”
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